—Elia, lleva estos dos cafés a la mesa 3. El cortado para ella y el largo para él.
—Vale, ahora mismo.
—No te olvides del azúcar.
—No no, dos para cada uno. Todo en orden.
—¡Buena chica!
—¡Qué remedio!
"El Templo", así se llamaba la cafetería mas vintage del barrio madrileño donde Elia tenía la suerte de trabajar. En el rótulo figuraba: El Templo - El café con concepto. Concepto diabético a un precio de tres euros diría yo... En definitiva aquel día ya estaba finiquitado al fin. Elia solo pensaba en la hamburguesa tan rica que iba a pedir que le llevaran a casa mientras daba el último fregonazo.
Al son de la persiana cayendo delante de camarera y encargada:
—Elia, ¿qué haces ahora?—La persiana cayó hasta el suelo.
—Pues lo de siempre. No hay cosa mejor que mi hamburguesa de los viernes.
—Tú como siempre tan predecible.
—Las buenas costumbres no hay que perderlas, ¿no dicen eso?
—Ya, ya... ¡También existe socializar! Bueno que descanses, flor. Hasta mañana.
—Ciao bella.
Al fin en casa. Nueve de la noche. Hora perfecta para hacer el pedido de la comida deseada. Tiempo suficiente para una buena ducha relajante. De camino a la cocina por un vaso de agua escucha a Laura, su compañera de piso, hablar, y Elia se dispone como de costumbre a cruzar una conversación superficial con ella. Para su sorpresa allí se encontraba el nuevo ligue-amigo-novio. "Modernito": eso explotó en su mente tras ver semejante personaje con pinta de hipster.
—¡Ey! Encantadísimo de conocerte, tía. Soy Luis. ¿Qué tal? Oye, ¿Tú con qué corriente filosófica te identificas?—Y se quedó tan ancho el amigo.
—¿FILOQUÉ? Que... que diga... ¡Hola! Encantada. ¿Habéis cenado? Estaba para pedir ya por si queréis añadir algo.—Ella pensó que la comida evade de toda cuestión incómoda.
—No me digas más, ¿hamburguesa?—Responde la sabia de Laura.
—Sí, es la hora ¡ja,ja!— Su estómago cada vez se expande más de aire.
—¿He oído bien? ¿Comes carne?—Adivinad quién soltó la pregunta.
—No, bacalao— Las risas de las dos compañeras hacen retumbar todos los muebles de la cocina. Es cierto que nuestra protagonista tiene la carrera de las Respuestas en la Universidad de las Cuestiones.
—Pues sinceramente, no entiendo cómo podéis comer eso con lo que contamina la industria ganadera— En ese momento es posible apreciar una vena mas gruesa de lo normal en la frente del chico ecofriendly.
—Ya... Bueno, ya hoy me la voy a comer y mañana... ¡También! ¡ja,ja,ja! Encantada Moder... Luis. Luis. Encantada de conocerte. No me tomes a mal, estoy de broma. Disculpa pero yo no podría dejar de comer carne.
—Bueno, tú dame un mes de trabajo de concienciación....—Ríe maliciosamente— Oye, traemos un juego de mesa, ¿te unes?.
—¡Puf! Estoy bastante cansada pero... No sé...—Entonces se acuerda del "Socializar" que le recalcó su jefa al bajar la persiana y le hizo caso por una vez— Venga vale, pero voy a durar poco rato despierta.
—Eso ya lo veremos— Sentencian la pareja al mismo tiempo. Entonces se miraron los dos tórtolos y saltaron chispas allí mismo.
Una vez ya con el estómago lleno (de carne por supuesto) se dispusieron a jugar. Modernito (pobre Luis...) se dispuso a explicarlo porque le apasiona demostrar su arte de representar el texto de las instrucciones como si él se tratase de Ramón García en el mítico programa "El Gran Prix". Elia se sorprendía de que estaba entendiendo bastante bien todo. De hecho, ella pensaba en cuándo fue la última vez que hizo algo que no fuera una comanda. En ese momento, se sintió bien. Un bien diferente y sonrió mirando a la nada y pensando en todo.
—Elia, ¿me escuchas? ¿Qué tiene de gracioso que solo puedes hacer una tirada por turno?—El chico se ofendía fácilmente ante la amenaza a su magnífica explicación.
—Sí, sí, sí. Perdona, una tirada por turno. Eso había oído— Elia volviendo a la Tierra.— Sigue por favor.
Reparte tres cartas a cada jugador y empiezan a jugar. Modernito se dispone a hacer la primera jugada cuando Laura se le adelanta colocando una botella de Ron encima del tablero. El resto se quedaron pasmados mirándose entre ellos hasta que Laura rompió aquel silencio:
—¿Unas copitas para animarnos, no? Que vaya cara de pasmarotes tenéis los dos— Acompaña la frase con un movimiento de cadera. Elia se negaba porque ella nunca bebe.
—Venga tía, vamos a pasarlo bien. A ver si así me cuentas más de ti, que nunca sueltas nada "so jodía".—Se ríe a carcajadas como si ya fuera borracha. La cara de póker de la más tímida del grupo se mantuvo unos segundos hasta que la frase de su jefa "También existe socializar" se le pasó por delante de la del "Yo no bebo nunca". Sin duda le había dejado huella hoy así que en ese momento laniñabuenaquenoharotounplatoensuvida aceptó también beber alcohol. Los siguientes acontecimientos ocurrieron en este orden:
Primer trago: "Esto sabe fatal". Segundo: "Sigue fuerte, está así como regular". Tercero: "Oye, pues no está malo, ¿no?". Cuarto: "¿Cómo dices que se llama esto?". Quinto: "¡LLena!".
—Laura, me parece que le has traído un vaso roto a Elia—Modernito interviniendo. Es ahí cuando nuestra querida Elia eleva su vaso hacia el cielo y pone toda la atención de sus ojos, enfocando lo mejor que puede, en el culo del vaso. Las risas de la parejita feliz iban a reventar el piso entero. Cuando la novata en el mundo del alcohol les aclara humildemente:
—Este roto no está vaso—Ya hija ya. Fue entonces cuando el piso terminó de reventar, todo salvo el vaso mágico que su dueña no soltaba por nada del mundo.
La Pava

Foto: Gina Vasquez (Pinterest)
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